¿Quién dijo que todos los sistemas de iluminación funcionan igual? ¿Quién dijo que no es importante decidir entre sistemas tan diferentes como la iluminación halógena, los faros de xenón, de LED, o incluso láser? ¿Qué diferencias existen entre ellos?
En los últimos años hemos visto como la industria del automóvil ha avanzado, a pasos agigantados, hacia sistemas de iluminación cada vez más complejos y sofisticados. Sistemas dirigidos a la consecución de diferentes objetivos, que más allá de la prioridad de lograr una iluminación más cómoda y segura para el conductor, también aspiran a mejorar en aspectos tan importantes hoy en día como la eficiencia energética, o cumplir con los requisitos estéticos y de diseño de un coche moderno.
¿Pero qué opciones encontramos en el mercado?
1. Las luces tradicionales, o incandescentes. La tecnología más sencilla, y común hasta hace unos años, estaba basada en un invento patentado por Edison en el siglo XIX, la bombilla. Algo tan sencillo como un filamento de tungsteno nos ayudaba a iluminar nuestro camino. La gran ventaja es que es una tecnología económica, fácil de utilizar y remplazar, adquiriendo repuestos compatibles como los que puedes ver en la siguiente infografía de la empresa Audioledcar.
2. Las luces halógenas. Con el tiempo, se han ido imponiendo sistemas de iluminación más avanzados y eficientes, como las lámparas halógenas, las más comunes hoy en día. Su potencia a la hora de iluminar la carretera es alta y gozan de una durabilidad mayor que una lámpara incandescente convencional.
3. Faros de xenón. Desde hace años han comenzado a imponerse sistemas de iluminación más avanzados, los de xenón, basados en lámparas de descarga y gas. Es probable que reconozcas la presencia de un coche con faros de xenón por emplear habitualmente un tono de luz en ocasiones azulado, que depende del color que los escojamos. Por ejemplo existen en el mercado faros de xenón con una iluminación bastante fría, con un tono claro, como estas bombillas d2s. Su proliferación se debe sobre todo a la mejora de la visibilidad que ofrecen, y a su aplicación en sistemas de iluminación adaptativa, capaces de dirigir el haz de luz a diferentes zonas de la carretera, o incluso evitar automáticamente deslumbrar a otros conductores, de manera que con ellos la conducción nocturna sea más segura, y confortable. Los faros de xenón son muy eficientes.
4. Faros LED. La tecnología LED comenzó a introducirse en los sistemas de iluminación diurna, en filas de diodos que permitían hacer más visibles a nuestros coches. De esa aplicación, no tardaron en empezar a utilizarse para iluminar la carretera, gracias al empleo de proyectores basados en diodos LED más potentes, con un consumo muy bajo, y una durabilidad muy alta (prácticamente duran toda la vida útil del coche). Estos sistemas son relativamente económicos, aunque implican ciertas complicaciones técnicas, como dotarlos de sistemas activos o pasivos de refrigeración (los proyectores LED alcanzan temperaturas altas que pueden comprometer sus circuitos). La tecnología LED también ha ayudado a crear sistemas de iluminación adaptativa más sofisticados, capaces de iluminar zonas determinadas de la carretera, para permitirnos, por ejemplo, viajar con una luz de largo alcance permanente, que genere sombras para no deslumbrar a otros conductores.
5. Faros láser. Por último tenemos el último grito en sistemas de iluminación, los faros láser. De momento es una tecnología poco común en la industria, que destaca por su alta eficiencia, su gran alcance, y su intensidad. Es una tecnología costosa, y accesible únicamente en ciertos deportivos, como el BMW i8 y el Audi R8, que fueron los primeros en equipar un sistema de faros láser. Con el paso de los años es probable que esta tecnología vaya llegando a un espectro más amplio de la oferta de automóviles del mercado.